Libros NO recomendados 3. “Todas las pantallas encendidas”. De Anton Patiño.

 
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Antón Patiño describe una “sociedad hipnotizada” por una saturación de imágenes. Y lo hace mediante la típica verborrea posmoderna. Prácticamente todo el libro se compone de la misma frase repetida de forma machacona. Unos ejemplos entre cientos:

  - “ Imágenes en una percepción saturada, embotados por la turbulencia de datos y el torbellino de mensajes”.

   - “ Varapalo perceptivo del shock incesante”.

   - “ Telaraña hipnótica de una gigantesca mentira visual sin fisuras”.

   - “ Imagen-narcosis en la era de la pantalla”.

   - “ Nirvana tecnológico anestesiante”.

    (Pueden saltarse la lista cuando quieran)

   - “ Rio infinito que nos transporta hacia prodigiosas y fingidas metas de simulación perceptiva.” 

   - “ Hipnótico loop de nuestro malestar perceptivo sublimado.”

    - “ Cháchara discursiva en el escenario de la banalidad programática como consigna.”

   Así hasta producir arcadas. Es peor la cháchara de Patiño que la de los mass media y veremos cuán banal es el programa y las consignas que Patiño propone para curar este mal que padecemos…

   Patiño cree que todo el mundo (menos él) es víctima de la televisión y sufre una corrupción sin precedentes de valores estéticos. El libro apunta al malvado capitalismo como culpable de esta corrupción. Esta “teoria” no se desarrolla en el libro, es demasiado largo de tratar aquí pero ese anticapitalismo lo debería tratar un ejército de psiquiatras ya que es una enfermedad que padece todo artista en España.

  No hay nada más pedante que un posmoderno. En esto Patiño da la talla con creces. Nada ejemplifica mejor la pedantería que el típico “como decía…”  (Fulanito) o “ como decía lúcidamente…”. La falacia o argumento de autoridad es la base de este libro. Cuando Patiño escribe “…lúcidamente” no es más que una forma patética de ensalzar la tontería que está a punto de soltar. Las páginas donde no cite nombres de autores son una rara excepción. Lo normal es encontrar “como decía Lyotard”, “como decía Deleuze”… dos, tres … cinco veces en una página. Insoportable. 

El redoble de la pedantería es citar tonterías carentes de sentido que no aportan absolutamente nada. En el caso de Patiño es pedantería al cuadrado. Es capaz de hacer citas dobles (incluso triples) en una frase : 

  - “<Colonización del mundo-de-la-vida>, en palabras de Jürgen Habermas, el cual recoge una significativa noción de la fenomenología de Husserl”. 

 ( Atentos al dato importante de que Habermas recoge la fenomenología de Husserl :) 

   Tarde o temprano el tiempo atropella al que vivió de venderse como vanguardista. Ese tiempo transcurre veloz por derroteros que a Patiño le disgustan profundamente. Víctima de este atropello es irremediable escuchar lamentos parecidos a los de las antiguas abuelas escandalizadas por las minifaldas y las modas modernas de sus nietas. El vanguardista devenido en reaccionario reconoce:

   - “Tengo mucho miedo a esa inflación que, dentro de una o dos generaciones, hará que no haya un solo crío capaz de ver una imagen fija.” “Es lo que me da miedo de la imagen electrónica, que la imagen no exista… que cree el hábito de una mirada que ya no es una mirada.”

   Para Patiño sólo tiene valor él mismo, su mirada, su yo poético y su propia consciencia. Sin ser consciente de que cayó en la trampa de la cháchara posmoderna donde todo es interpretación sensiblera y psicologismo barato, donde todo se vuelve estúpidamente poético y subjetivo. Patiño camina así por un lado y la realidad por otro diferente que Patiño no logra ni quiere comprender.  La cháchara de los autores posmodernos han embotado su cerebro como hicieron las novelas de caballerías a Alonso Quijano. Patiño, víctima del aberrante idealismo romántico posmoderno, se reconoce impotente y arremete como Don Quijote contra una realidad inaceptable. Un simple teléfono le resulta peligroso y le hace perder la cordura:

   - “Mensajes, propaganda, teléfono, fax, correo electrónico, WhatsApp, redes sociales. Somos asediados literalmente por todos los sitios, la posibilidad de supervivencia mental parece complicada.”

   Y que lo diga!, como Don Quijote, Patiño representa el idealista parapetado con engreimiento en su armadura anacrónica:

   - “Las prótesis neuronales… la mediación tecnológica consiguen hacer olvidar esa raíz existencial”. 

  ¿ Y cual es esa mística “raíz existencial” que olvidamos todos menos Patiño ?. La “raíz existencial” no es más que una patente que Patiño y su Orden de Caballería del mundillo artístico esgrime como una espada para colocarles en una situación de superioridad. No es más que la excusa tonta del típico intelectual fraudulento. Su raíz existencial no es más que una espiritualidad residual y reaccionaria heredada del Antiguo Régimen. Un tufo místico eclesiástico que lejos de desaparecer recaló en nuestros días sobre una élite intelectual infecta. Una casta extractiva que padecemos y financiamos por fuerza mediante el robo de los impuestos (No será tan capitalista el sistema por tanto). Se repite sin cesar que los museos son los nuevos templos pero nadie se atreve a decir lo que de ello se deduce: Que los artistas son los nuevos curas y que mediante sus performances nos ponen en contacto con los dioses, espíritus varios y “raíces existenciales” varias. No hay más que escuchar a los artistas y al mundillo del arte para ver dónde ha ido a parar toda la tradición metafísica y espiritista mas irracional.

   La “raíz existencial” que vende Patiño es un cuento. Como cuento es su visión apocalíptica de la realidad. Y como cuentos son sus alternativas a nuestra realidad tan enferma. No lo digo yo, lo dice el mismo:

   Patiño nos propone huir del “delirio de la inmediatez” mediante “el luminoso pasadizo de la poesía”. Así de fácil. Atentos al término “pasadizo”. Solo hay que ir de A a B. Asunto arreglado. Solo hay que atravesar un pasillo, lo mismo que atravesar el espejo de Alicia en el país de las maravillas. Pero ¿ Como se cruza ese pasillo mágico que nos salvará del delirio?. Muy sencillo, Patiño nos lo explica:

  - “ tratando de alcanzar la imagen que nace e irradia desde el enigma de un centro inaccesible y prodigiosamente vacío.” 

Metafísica pura y dura. Osea, que algo “vacío” (la nada) nos irradia algo. No se entiende como un centro inaccesible y enigmático que está vacío pueda irradiar algo. Esto es el cuento de la santísima trinidad, física cuántica o mala poesía. ¿ Por qué irradia una imagen y no un sonido ?. ¿Por qué es inaccesible ?. ¿ Por qué es un “centro” y no una equina ?. Patiño utiliza el término “centro” o “prodigioso” por puro misticismo barato.

 No se si el trance místico desde el que escribe Patiño le impide percatarse de que en un mismo párrafo nos recomienda “huir del delirio de la inmediatez” mediante la “vivencia subjetiva del delirio”. Osea… salir de un delirio… para entrar en otro !!!. Eso sí que es un completo delirio. 

  Por lo menos reconoce que se trata de una utopía (el mundillo del arte en España considera las utopias como algo bueno)" :

- “La plenitud del instante sensorial es la salida utópica a nuestro encierro generalizado y la aparente reclusión total.”.

Pero… ¿ Cómo puede ser el encierro generalizado y a la vez aparente ?. ¿ Hay encierro o no hay encierro ?.  Contra la idiotez que le rodea Patiño nos propone usar otras armas:

- “Nihilismo activo y energía simbólica como posible respuesta. Melancolía de la resistencia para alzar de nuevo las imágenes . Activando presencias reales… risas compartidas…gestos de insurgencia…articular el placer de estar juntos.”

 Y empeora todavía más aunque parezca imposible. La tomadura de pelo es máxima cuando leemos la lista final que Patiño propone para combatir los estragos mentales que produce el capitalismo opresor que destruye la “mirada”:

      - “ Tocar la materia: árbol, agua, piedra, madera, tierra”

      - “ Forma interior como cruce de miradas”

      - “ Habitar el laberinto”.

      - “ Pasión y estremecimiento”

      - “ La libertad de un gesto en el espacio”

      - “ Construir un relato donde la memoria fermenta un ecosistema-hábitat en John Berger.”

   Estos son ejemplos de medicinas que Patiño propone ante el aberrante despropósito visual que en esta sociedad nos ha tocado sufrir. Personalmente considero más banal este libro que el peor programa de televisión. Patiño demuestra que es mejor no leer nada a leer ciertos libros. 

Además tiene el valor de reprochar al arte precisamente el pecado en el que él incurre:

-“Entonces habremos recuperado quizá la mirada y el juego del arte avanzará más allá del vacuo ejercicio retórico.” … Sin palabras. 

   Lo que nos vende Patiño se mueve entre el chiste y la metafísica barata. Patiño es el resultado intrascendente y patético de la lectura de los gurús posmodernos. Un timo. Esta aberración que ejemplifica Antón Patiño infecta el mundo del arte y las universidades.

   Por suerte la gente normal no pierde el tiempo leyendo semejantes majaderías. Pero esto no quiere decir que no les afecte. Lo hace aunque no lo sepan. Es necesario dar una respuesta a productos de este tipo que son el síntoma de una enfermedad que afecta a la esfera de la educación y a la “inteligencia” que siempre se transmite a la sociedad creando las bases de su fracaso.